14 diciembre, 2006

Sobre los gustos y sus leyes. Guía teórico práctica

Por Raúl Taibo


Todos alguna vez hemos ido a un bar/restaurant/parrilla/restobar u otro tipo de local de comida, acompañados por una dama o caballero según corresponda. Una vez efectuada la orden, habremos notado que las bebidas suelen servirse antes que la comida. Esto es debido a una ancestral estrategia que consiste en tentar al consumidor para que beba lo más posible antes de servir el alimento, de manera que se vea casi obligado a hacer un segundo pedido de líquido vital. Por esta misma razón, la bebida suele venir acompañada por maníes, papitas, grisines y todo tipo de señuelos sedientadores.
Todos sabemos que el orden y los tiempos con que se sirve en un local de este tipo están fríamente calculados, además de cuidadosamente disimulados. Los dueños de estos lugares son grandes estudiosos de la conducta humana en lo que a preferencias gastronómicas se refiere. Se trata sin duda de una raza no poco siniestra, pero cuya ciencia, como la de todo ser humano, tiene sus puntos débiles. A continuación expondré algunos ejemplos que podrán ser practicados por ustedes mismos para comprobar la veracidad de dichas conclusiones.
Hagan lo siguiente. Entren a un bar con un acompañante del sexo opuesto. Miren la carta y ordenen para beber una gaseosa normal y un gaseosa light. Esperen un minuto y verán como indefectiblemente el/la mozo/moza coloca la gaseosa light frente a la dama y la gaseosa normal ante el caballero.
Una variación del experimento podría ser la siguiente: Ordenen una gaseosa y un agua mineral con o sin gas. En este caso la primera será servida al caballero y la segunda a la dama.
Ahora bien, ¿qué ocurre si ordenamos una gaseosa light y un agua mineral? ¡¿eh?! Pues estaríamos generando una terrible paradoja, ya que el mozo se vería obligado a servir ambas bebidas a la dama, pero por razones estadísticas, sabría que cuando dos personas van a tomar algo y ordenan dos bebidas, es porque generalmente se destinan una a cada uno, y no las dos al mismo individuo.
El mozo se acercará con paso dudoso, como retrasando el encuentro con los dos extraños (ustedes) que comenzará a mirar con desconfianza, acusándolos en silencio de ser perturbadores del orden establecido y de las buenas costumbres. Llegará a su mesa, transpirando y tembloroso, y hasta el último momento intentará leer en vuestros rostros un indicio que le ayude a descubrir quién es el de la gaseosa light y quién el del agua mineral. Es muy importante que no muestren ninguna preferencia, que se mantengan neutrales, con su mejor cara de poker, pudiendo incluso continuar animadamente la conversación que estuvieran manteniendo hasta el momento, disminuyendo de esa manera las posibilidades de una interrupción para preguntar para quién es la sprite zero. Con mano insegura tomará una de las dos botellas y la depositará en el centro de la mesa, con la esperanza de que uno de los dos se decida a tomarla; ¡pero eso no debe ocurrir! Entonces, apretando los dientes y respirando por las fosas nasales dilatadas, colocará la segunda botella también en el centro de la mesa, equidistante de los dos clientes y se retirará lentamente y en silencio, echando una mirada sobre el hombro para ver si alguien se decide a tomar una decisión.
Si hasta aquí lograran cumplir con los pasos indicados, podrían entonces proceder a pedir la cuenta, pagarla, y retirarse del establecimiento sin haber consumido (¡incluso sin siquiera haber dejado una huella digital sobre la transpirada superficie de las botellas!) lo que ordenaron.
Sabemos que este experimento puede parecer un gasto superfluo, por no decir un derroche de plata sin sentido, pero no es así. Habrán comprobado en carne propia que existen leyes que reinan dentro de los bares, restaurantes, restobares y otro tipo de locales de comida, pero que a pesar de su arrogante y supuesta universalidad pueden ser falseadas, por el mero gusto de salirse del montón y de confundir e irritar un poco a aquellos que pretenden mover los hilos de nuestras vidas sin nuestro permiso.

2 comentarios:

Henrieta R. Hipo dijo...

O el mozo puede hacerse el "buena onda" y justo cuando lleva las botellas decir: "No les sirvo porque tengo mucho laburo, les jode?" Bueno, a mi me lo hicieron y me pareció perfecto porque odio que me estén sirviendo pero para "la prueba de fuego" (?) no sirve. Hasta podés ofenderte e irte sin pagar.

Raúl Taibo dijo...

Habría que hacer la prueba en esos bares más caros, donde te sirven la Bidú Cola primero para que la pruebes, hagas como que entendés lo que estás saboreando, y después digas "está bien".