15 abril, 2007

El tío Cacho y la tía Mary

Por Cristina Alberó


A mi tío Cacho y a mi tía Mary

Todos acreditamos algún tío Cacho y alguna tía Mary en la familia. Hoy te invito a que, después de leer las historias de mi tío Cacho y mi tía Mary, me cuentes la de los tuyos. Si tenés una data breve pero posta, la queremos conocer. No importa cuán breve sea tu relato, yo quise ser sintética pero se me fue de las manos. ¡Queremos conocer a los tíos Cacho y Mary del mundo!

En mi familia, el tío Cacho y la tía Mary no tienen ningún parentesco entre sí. En realidad no sé si se conocen. En realidad no sé si me conocen a mí. Yo sí los recuerdo.
Lo fabuloso es que el tío Cacho y la tía Mary protagonizaron, cada uno por su parte, una historia, al menos, novelesca.
Primero las damas. La tía Mary esconde una vida de frustraciones amorosas que la llevaron a desarraigarse de su tierra. Corrían los años setenta. Ella, bordeando los cuarenta, comenzó una relación con un chico de unos veinte. Es decir, la tía Mary le llevaba casi veinte años a este muchacho. Este chico, según me cuenta mi mamá, era bastante churro. Lo raro de la relación no es la diferencia de edad -porque todos creemos en la fuerza del amor- sino que la tía Mary, de acuerdo a las fotos de su juventud, no era muy agraciada y sí tenía (y tiene) unos quince kilos demás.
Una parte de la historia se me aparece difusa porque existe un hueco que nunca quedó claro, y es lo referido al nivel de clandestinidad de la relación. Por lo que yo puedo apreciar, la pareja no blanqueó del todo ante la sociedad. Es decir, si había una cena de parejas me parece que la tía Mary no iba.
Pero ahora pasemos a ver cómo surgió este amor. Hete aquí que Don Made, el papá de la tía, era dueño de una tienda muy bien posicionada. ¿Qué pasó? Don Made partió de este mundo con rumbo quién sabe a dónde. Al tiempo de la desaparición física de Don Made, entra como ayudante de la tienda quien se convierte en el “amigo” de la tía Mary. Poco a poco, el muchacho penetra cada vez más en los negocios de la familia y quiere agregar nuevos productos. Los productos venían de Mar del Plata y de Buenos Aires y la tía Mary viajaba con el nuevo ayudante. Y entre viaje y viaje se fue gestando este extraño amor. Pero la tienda iba en descenso y la familia, de un pasar holgado, que tenía televisor en 1950, se vio en problemas. Tiempo después, la tienda quebró.
Eso no fue lo peor, porque el escándalo económico venía de la mano del fracaso amoroso. El muchacho desapareció. La tía Mary lloró y lloró, no dijo adiós ni dio explicaciones a sus vecinos, sólo a sus íntimos, y se fue a Mar del Plata para nunca más volver.
Yo tengo que aclarar que la verdad es que la tía Mary no es mi tía por lazos de sangre sino que es amiga de mis tías. Lo que pasa es que la tía Mary no tiene sobrinos y la amistad con mis tías es una hermandad, razón por la cual toda mi familia no la menciona de otro modo que no sea “la tía Mary”.
Continuemos con los caballeros. La historia del tío Cacho es una historia de hombre de camiseta musculosa debajo de la camisa blanca finita. Hombre dueño de un boliche. Boliche de jugar a las cartas a la tarde. En fin, hombre de detrás de la barra y alguna copa de más con los amigos.
No piensen que este tío Cacho tampoco es mi tío por lazos sanguíneos. Es el hermano de mi abuela Marga, del tío Tuto, del tío Felipito, etc.
El tío Cacho tuvo, y tiene, una vida de excesos. Lo cual le generó serios problemas de salud. El tío Cacho no se cuida y toda la familia sufre las consecuencias.
A diferencia de la tía Mary, él sí se casó en buena ley y tuvo muchos hijos. No es un reflejo de la tragedia económico-amorosa de la tía Mary. Su vida es símbolo de un tipo que no renegó mucho pero es de éstos que de tanto en tanto uno recibe noticias sobre su internación y/u operación.
Bueno, éstos fueron mis tíos, ahora ansiamos que nos envíes tu breve historia con datos recopilados entre los fideos del domingo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La mía es la Tía "Chiquita", por ser obviamente menuda y pequeñita. La cosa que ya está en los casi ochenta pirulos, pero de joven se puso de novia con un caballero que era "viajante", no se de qué, pero eso era.
Un buen día fijaron fecha para el casorio, y a partir de allí comenzaron esas compras: que la cama, que la mesa y las sillas; las cosas para el "hogar". Por aquel entonces no había tanta parafernalia de electrodomésticos, claro.
Mi abuelo no era partidario de ese "candidato", o sea, no lo podía ni ver!!!
Un buen día Adolfo, así se llamaba el partido en cuestión, no apareció más. Él vivía en Santa Fé, mi tía en Parána. Ella desesperada no sabía que hacer, quería ir a ver que le había pasado. Pero mi abuelo se lo prohibió (esto sucedía a mediados de los años '40).
Con el tiempo, mi madre incluída, menos la "Tía Chiquita", se enteraron que disimuladamente mi abuelo había viajado a Santa Fé para verlo al ñato en cuestión. Y parece que grande fué la sorpresa cuando lo atendió una dama embarazada que dijo ser "su esposa". Se cuenta que mi abuelo a esa mujer no le dijo nada. Pero estableció no decirle ni una palabra de esto a mi tía. Secreto familiar.
Después conoció a otro candidato, y se casó, pero contaba mi madre que la pobre tía...vivía llorando.

Raúl Taibo dijo...

Yo tuve una Tía Mary.
Estaba loca y quiso destruir a mi familia. Ingentaba cosas sobre miembros de mi familia para crear querellas internas.
Vivió un tiempo en casa, todavía no entiendo por qué, hasta que un día la echamos y todos volvimos a tener un poco de paz.

el capitán beto dijo...

mi tio por caso es omar pero tranquilamente podría ser cacho, "alejado" oficialmente de todos los vicios,utiliza mis visitas a la plata
para que lo acompañe a comprar nafta parapara en el bar que está e camino a la estación para fumarse unos puchitos y trincarse unos ferne con cinzano...

salud y buenos alimentos (el regreso)

Anónimo dijo...

A lo largo de mi corta existencia he conocido a muchos cachos, y no necesariamente tíos. Todos tan parecidos y distintos
a la vez. La particularidad de cada uno de mis cacho's desemboca en un mismo rasgo: la vulgaridad. Vamos, que una persona
con ciertas pretensiones jamás permitiría que lo llamasen cacho. ¿Acaso Borges sería un referente de intelectuales e
impostores si a su apellido le precediera un cacho? ¿Un enamorado aprendería de memoria 20 poemas de amor y una canción
desesperada si el autor FUERA cacho Neruda?
Podría decirse que los cacho's llevan de por vida un estigma. Tienen un rol definido en este mundo y lo más probable
es que ellos no lo sepan. Están aqui como un ejemplo, un mal ejemplo. Nos recuerdan constantemente pq no se debe eructar
en la mesa, ni reirnos a carcajadas por una ocurrencia propia si vemos que los demás se esfuerzan por esbozar una tibia
sonrisa.
En definitiva, el tio cacho vendría a ser una versión adulta y tangible de aquel cuco con el cual nuestros padres nos
amenazaban cuando niños.

M O C R U B A dijo...

Alejandra:

tu relato es el más novelesco de todos, el viajante que oculta una doble vida es lo más para este tópico. Gracias por todo. Si puede ser, me gustaría una descripción más detallada, tanto de la tía Chiquita como de su candidato, te lo agradecería mucho.

Un cariño, Cristina A.



Estimado compañero de redacción Raúl:

Va a pasar mucho tiempo hasta que la crueldad sea desterrada de este ingrato mundo en el que pasamos nuestras insignificantes vidas. Tu tía Mary debe de haber sufrido mucho internamente, ella es sólo la cara visible de las fuerzas negativas que quieren destruirnos.

Un cariño, Cristina A.



Anómino,

qué simpático tu comentario! Veo que eres un observador muy atento de tu familia y de todo lo que te rodea, sigue así. Debo notar que has sido muy filoso con las conductas de los Cachos de este mundo, pero piensa... si no existieran Cachos todo sería un poco más opaco y menos divertido.

Un cariño, Cristina A.